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Apareció Massa y la CGT ¿Huelen sangre?

  • Foto del escritor: Redacción Escena Politica
    Redacción Escena Politica
  • 17 mar
  • 3 Min. de lectura

La irrupción del ex candidato a presidente y el despertar de la CGT cristalizan que el peronismo percibe que el gobierno está herido. Inflación y dólar: el soporte vital del gobierno. El pulgar del FMI define la suerte del modelo Milei-Caputo.




El criptogate podría identificarse como el día D que dio comienzo a un nuevo momento de la política nacional. Desde ese entonces, los centros de opinión del poder e incluso algunas encuestas, empezaron a reflejar que la luna de miel con el gobierno de Javier Milei se había terminado.


Lo cierto es que el deterioro -aunque de forma sutil- se originó antes, cuando el programa económico del gobierno empezó a dar señales de inconsistencia, fundamentalmente con la lenta sangría de reservas que el BCRA viene sufriendo hace 3 meses. Esta situación, comenzó a inquietar a los mercados y a diversos sectores, que entre los que se despertó la duda de si el gobierno podría mantener el tipo de cambio y -de la mano con esto- los niveles de inflación.


Ese nerviosismo también contagió al propio gobierno, que apeló a que el propio presidente desmienta la posibilidad de una devaluación de la moneda. Pero las expectativas devaluatorias persisten y los días transcurren sin que Milei pueda mostrar algún elemento genere confianza en la palabra del mandatario en esta materia.


En el peronismo está claro desde hace tiempo que la suerte del gobierno de Milei y su buen nivel de apoyo responde a que hay un correlato entre lo que el presidente prometió en campaña y lo que efectivamente pasó en la realidad: va a haber un enorme ajuste, la vamos a pasar mal en un principio pero la inflación va a bajar. Esto, más allá de las valoraciones que cada uno podrá hacer, efectivamente sucedió.


Sin embargo, sucede que el fundamento máximo de su éxito es también su talón de Aquiles y la oposición peronista lo sabe. El modelo de Milei solo se sostiene en un tipo de cambio atractivo para el consumo de los sectores medios y en la baja de la inflación. Elementos que a su vez están conectados indefectiblemente y que son difíciles de mantener calmos en nuestro país.


Todos los demás ingredientes del relato libertario son secundarios a la hora de determinar el apoyo al gobierno nacional. Por eso las contradicciones en las que cae el gobierno al acordar con la casta, al no bajar impuestos, no liberar el cepo y al protagonizar hechos de corrupción, no alteran considerablemente la percepción del experimento mileista.


El kirchnerismo, en sus mejores y peores años tenia un relato con elementos que excedían lo meramente económico, que lo sostuvieron buen tiempo aún en sus momentos más difíciles. Pero este no es el caso del proyecto que encabeza Javier Milei.


Por eso, por estos días el gobierno enfrenta su momento más complejo. Hay serías dudas de su capacidad de mantener el tipo de cambio, la inflación subió por encima de lo que se esperaba, cortó la racha bajista y el acuerdo con el FMI que podría darle aire hasta octubre demora en hacerse efectivo. Si bien se da por hecho que se llevará a cabo, existe incertidumbre por el volumen de fondos que se inyectarían y si serán suficientes para devolverle la tranquilidad al programa libertario. Por eso el destino de Milei se definirá en Washington.


¿HUELEN SANGRE?


En ese marco, hábil como zorro, Sergio Massa volvió a la escena. El ex ministro no arriesga si no tiene elementos que sustenten sus acciones. Su aparición no es casual y refleja que el tigrense cree que llegó el momento en que la sociedad está lista para captar mensajes opositores al gobierno.

El líder del Frente Renovador llamó a la unidad del peronismo para ganar provincia de Buenos Aires, colocándose por encima de la interna de Kicillof y CFK, repitiendo la estrategia que le dio buenos resultados en el gobierno de Alberto y Cristina.





En esa linea también se despertó la CGT, a quienes la oposición le suele demandar que cumplan una función que no les corresponde. Quienes tienen esta actitud, olvidan que los que deben hacer oposición al gobierno son los políticos y no una central que representa a los trabajadores. Por eso mismo la CGT no enfrentaba abiertamente a Milei: sus trabajadores, mayoritariamente, apoyaban al presidente. Hoy, interpretan desde la Confederación General del Trabajo, que eso empieza a cambiar. Por eso para sorpresa de muchos, los dirigentes sindicales anuncian por estas horas un paro general.





En suma, estos movimientos reflejan la percepción de que al gobierno le empezaron a entrar los golpes y que está en una situación por primera vez compleja. Esto no quiere decir de ninguna manera que esté contra las cuerdas, pero si que por primera vez su suerte no depende de si mismo sino del pulgar del Fondo, que de darle una inyección importante les brindaría tiempo y confianza pero que de apoyar tibiamente le estaría soltando la mano.









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